La solución a la crisis puede estar en el cambio demográfico.

Cambio demográfico en occidente.

Cambio demográfico en occidente.

    Es una realidad indiscutible en las calles que se está produciendo un cambio en la población de los países occidentales: Europa y Estados Unidos. Un estudio publicado por la oficina del censo de los EE. UU. (http://www.census.gov/prod/2012pubs/acs-19.pdf) revela datos que confirman este hecho que todos observamos. Por primera vez en los EE. UU., el nacimiento de  bebés blancos representa una minoría (49.6 %) respecto a otras razas, especialmente hispanos. En algunos de los estados la población de hispanos, asiáticos y afroamericanos ha superado a la población blanca (Nuevo Méjico, California, Tejas, Distrito de Columbia, Hawái) y se prevé que para el 2050 la población total blanca de los EE. UU. sea minoría. Unido a estos hechos está el que el índice de natalidad de los hispanos sea muy superior al de otras poblaciones, haciendo que la edad media de este grupo sea de 27 años y que hoy en día uno de cada cinco menores de 18 años sea hispano.

Los cambios en la población que muestra este estudio y otros similares, y que se están produciendo tanto en EE. UU. como en Europa, no son, ni mucho menos, contraproducentes para las vida social y el avance de la sociedad; al contrario, son beneficiosos. Se deben principalmente a dos factores: olas migratorias y un elevado índice de natalidad en comparación con los índices de los países de acogida.  Un simple vistazo a las zonas de origen de los inmigrantes en cada país nos enseña que los países de acogida reciben, principalmente, inmigrantes de países de los que previamente fueron colonizadores o estuvieron bajo su protectorado. Es evidente en Inglaterra, Francia, España, el resto de Europa y América del Norte.

Un diferente planteamiento existencial de la mayoría de estas gentes en cuanto a la natalidad se refiere, y a la forma de percibir la existencia en general, menos materialista y científica, hace que estas gentes aún tengan la capacidad de reproducirse independientemente de sus estatus social, es más, para la gran mayoría un alto número de miembros en la familia representa una mayor riqueza.

Por lo tanto, las olas migratorias y una capacidad de reproducirse en circunstancias aparentemente adversas (posiblemente para muchos de ellos, lo que en Europa se consideraría adversidad no lo es en los países de donde vienen) han hecho que poco a poco el paisaje demográfico de Occidente esté cambiando.

De cualquier manera, para Occidente este cambio es una necesidad que se ha querido esconder y que ahora se está convirtiendo en una obligación que se ha de aceptar. Occidente tiene una población que está envejeciendo (cada vez la gente vive más pero cada vez hay menos jóvenes) y necesita de esta fuerza procedente de los inmigrantes para mover tanto la economía como la sociedad. Genéticamente también es necesaria -con una herencia genética en decadencia- una mezcla con gente de diferente color y raza solo puede beneficiar a la piscina de ADN de Occidente. No solo por fuerza de trabajo y por genética es necesaria, sino para enriquecer la vida intelectual de occidente, últimamente atrapada en los mismos predicamentos, puesto que con terceras generaciones de educados jóvenes, son estos los que pueden aportar nuevos retos e idea a Occidente al mezclar diferentes culturas.

Claro está que todo esto presenta también grandes retos, entre otros la capacidad de estas gentes para adaptarse y querer formar parte de las sociedades de acogida, sin renunciar a sus creencias. Pero estos problemas no son más que pequeños baches en el camino que no van a parar esta inevitable corriente. Es más, es principalmente en las creencias de muchos de ellos, aquellos que comparten el Islam, en las que Occidente debe encontrar una solución a la crisis nihilista que la está consumiendo, tanto económicamente como espiritualmente.