Editorial

Queridos lectores:

Después de tres meses de trabajo el equipo editorial de Risala Actualidad ha decidido tomarse unas semanas de descanso. Estaremos sin publicar hasta la primera semana de Septiembre, comenzando el Lunes día 3 de 2012.

Queremos agradecer a todos nuestros lectores vuestro seguimiento y apoyo. Especialmente a todos aquellos que han colaborado en las diversas facetas del blog; aportando contenido, corrección, diseño y continuo asesoramiento. También a todos aquellos que han participado de forma activa ya sea por comentarios directos o con vuestros correos y demás mensajes.

¡Entre todos hemos dado el primer paso de Risala Actualidad! Esperamos volver con renovadas fuerzas y energías. Mientras tanto seguimos en contactando por correo electrónico, facebook o twitter… y claro está por comentario directo en RA.

Un Saludo,

Los Editores

Andrés Iniesta

Después de ganar la Eurocopa por segunda vez consecutiva y proclamarse mejor jugador del torneo, Iniesta hace un acto de generosidad que le honra y que inspira en estos tiempos de dificultad en los que la excelencia está tan en falta.

Iniesta

Iniesta

El mejor jugador de la Eurocopa sigue enalteciendo su leyenda. Como bien dice Pepe Reina, se trata del futbolista más querido por los españoles y hoy ha realizado su enésima contribución para que así sea. El manchego ha donado los 300.000 euros que le corresponden de primas por gannar la Eurocopa a los afectados por los incendios en Valencia, un detalle que, sin duda, engrandece su leyenda.

http://estadiodeportivo.com/futbol.php?id=29944

Crédito y confianza, el capital de la gente. Un artículo de Jalid Nieto publicado en ISLAM HOY

Hace siete años comencé a construir una casa. Una obra de gran envergadura si partimos de que no poseía los medios económicos para verla finalizada y me había propuesto no pedir dinero al banco. ¿Cómo, se preguntarán, si no hay otro medio que las hipotecas y los préstamos para que la gente con ingresos básicos accedamos a un lugar digno donde vivir? De pequeño me crié en un ambiente humilde, en el que la vida a veces se hacía difícil, pues la falta de empleo, o la necesidad de llegar a fin de mes la mayor de las veces, nos dotó de la certeza de que lo necesario vendría, que superaba los medios para no abandonar nuestros proyectos aunque sufrieran altibajos. En lo económico, la familia, los vecinos, el tendero e, incluso, los compadres y amigos tejían una red de ayuda mutua que hacía posible la vida. En esos tiempos, y no hablo de siglos atrás, en los años sesenta y setenta del siglo pasado, cuando la banca todavía no había anidado como un pará- sito en el tejido social, la gente se concedía microcréditos sin intereses, unos a otros, sin que mediase ninguna institución bancaria, y sin que ello motivase ningún premio Príncipe de Asturias para los que lo hacían posible. Con mis propios ojos fui testigo de cómo un barrio entero se levantaba con la dignidad y la sabiduría ancestral de construir su propio hogar. Todos colaboraban: los buenos amigos, los familiares, los hijos con potencial de trabajo y la esposa que no descansaba. Los polveros del barrio no daban abasto para suministrar materiales, apuntando en una cuenta que semana a semana los interesados iban rebajando después de recibir el sobre con su paga. Entonces la soberanía del dinero la tenían los trabajadores, que no habían cedido a nadie la administración de su nómina ni la capacidad de embargarle el sueldo por una multa. Y mucho menos hubieran admitido el actual impuesto bancario por apunte. Lo que había era administrado desde el hogar. Esto es economía, sacar mucho de lo poco, y, aunque no lo crean, la gente construyó un futuro para ellos mismos y sus hijos, futuro que hoy los “mercados” nos están robando. Pero qué era el crédito en este tiempo en el que la gente solo usaba la caja de ahorros para guardar lo poquito que excedía en la economía familiar. El crédito era la confianza que habías desarrollado en tu vida, siendo fiel a guardar lo que te dejaban como depósito y devolviendo aquello que habías pedido prestado. Tu acción en tu entorno, tu reputación, era tu capital. ¡Qué lejos de la fe ciega en el sistema de dinero-deuda que nos exige el capitalismo financiero!, que se asusta ante la más mínima falta de confianza, esperando que no se traduzca en una disposición masiva de los fondos depositados en los bancos. Cosa que la gente ya comienza a plantearse. Nuestra confianza, el pegamento social de las sociedades sanas, se traduce en ayuda mutua, y esto volverá cuando la gente suprima al banco de su vida y proyecte un vivir cotidiano que llene nuestra existencia con un disfrute que no sea el consumo exagerado, ni la trampa de tenerlo todo a cambio de hipotecar tu propia vida. No sé si habrán comprendido lo que quiero decir, pero es que la experiencia de construir una casa sin recurrir a los bancos se basa en esa experiencia comunitaria heredada como una riqueza que se transmite de generación en generación, y supone algo más que dinero e hipotecas. La honradez es la riqueza de la persona, su capital más preciado, un impulso que abre futuro y protección en tu entorno. Y sobre la gente que la ejerce nacen sociedades justas. Sociedades que hay que defender contra los depredadores usureros. Soy testigo de que la confianza abre las puertas de lo que no posees, de que los préstamos en materiales, trabajo o dinero son posibles sin tener que “confesar” con el director de un banco. De una sociedad en necesidad, ha de surgir una sociedad fuerte, pero para que esto suceda, nosotros hemos de recuperar el discurso que la democracia bancaria nos ha usurpado. Crédito, confianza, honradez son la medicina contra la avaricia sin medida de la clase política, los tecnócratas bancarios y los banqueros. Que ahora esté viviendo en esta casa con mi familia, desde la que afirmo lo que conocí mientras crecía y he contado, contiene algunos secretos más allá de lo expresado, que forman parte de ese acervo íntimo que nos hace ser agradecidos con el Poseedor de Riqueza en cada instante. Y esta experiencia es aún más rica que la expuesta. Alhamdullilah wa shukrulilah

No hay nada

Detrás no hay nada

Detrás no hay nada

Ayer hablamos de la ´economía financiera´ y de la crisis que la consume. Su crisis no está causada por elementos externos, la base en la que se basa está destinada a lo que estamos presenciando. La usura es la raíz del problema en su ramificación amplia y compleja de lo que se ha convertido y que llamamos ´mercados financieros´.

Reflexionando sobre estos temas de tan alto calado e investigando sobre el asunto hemos encontrado este artículo que nos gustaría compartir. Si partimos de la base de que debemos eliminar la usura, los mercados financieros, la banca, y el papel moneda de fácil manipulación y valor intrínseco nulo, ¿qué nos queda? La economía real. ¿Pero qué es esto? Estamos tan separados de la economía real que ya no sabemos ni qué es, ni cómo funciona. Pero lo que está claro es que ahora, que ya no hay créditos infinitos que inflen la economía, y ahora que no hay burbujas inmobiliarias ni mercados financieros pujantes que creen puestos de trabajo, ahora que los gobiernos no contratan, ni subvencionan y de hecho reducen los salarios, ahora nos preguntamos ¿qué otras opciones tenemos?

En este artículo, Antonio Álvarez-Solís, apunta que detrás no hay nada. Detrás de la economía financiera, no hay nada. ¿Dónde está pues la economía real? Debemos recuperarla, debemos buscar las alternativas a la usura, a la banca, a la moneda sin valor, a la especulación legalizada. De esto lanzaremos un artículo de participación general mañana. Por hoy os dejo con  Álvarez-Solís y la primera parte de la solución, que es nada más y nada menos que: “no hay nada”.

Dejamos el enlace y el artículo completo.

http://iniciativadebate.org/2012/06/21/detras-no-hay-nada/

Antonio Álvarez-Solís. Gara. 20.6.2012.

El gran problema es que detrás de la crisis financiera no queda ningún camino del sistema que pueda reconducir a la economía real, tal como esta economía está siendo destruida. Es decir, que a la espalda de la crisis financiera apenas queda nada. La economía real no puede ser rescatada desde el sistema aunque en él se instalen multitud de artificios, como se intenta con urgencia en la mayor parte de los países conocidos como occidentales. La economía financiera de estos países -la única relevante que poseen- constituye un agujero negro que devora el dinero sin otro destino que aumentar la apetencia de él. Es una especie de síndrome clínico, el síndrome de Crohn, que se caracteriza por la mala absorción de los nutrientes.

La economía financiera es una economía que se ha convertido en terminal. La moneda como mercancía fundamental y prácticamente única empieza y acaba en sí misma. Los gobiernos y las instituciones internacionales que manipulan la mecánica económica actual cierran los ojos a una exigencia esencial para recuperar la vitalidad social: una exigencia que consiste en recrear una economía de cosas que dé sentido al dinero y dentro de la cual el dinero vuelva a actuar como dato adjetivo, como signo y no como sujeto de la economía. En definitiva, estamos ante una crisis absoluta del sistema, que exige, si queremos supervivir, ser cambiado revolucionariamente por otro basado en una distinta concepción de la sociedad.

El reciente rescate de España por Bruselas deja al descubierto esta característica extenuante de la economía financiera. Hay un dato muy significativo de lo que afirmo: en ningún nivel de responsabilidad económica se da como acción próxima, sino como posibilidad lejana, la reapertura del crédito a la esfera empresarial y, mucho menos, al mundo de la empresa mediana y pequeña, que es la dominante en España. Se insiste por los gobernantes en la urgencia de sanear el mundo financiero, pero cuando se les recuerda la necesaria y abandonada función intermediadora de la banca entre producción y consumo, y se les invita a retomarla, el diálogo se torna evasivo por parte de políticos y banqueros. Se acaba construyendo un discurso en el que se afirma que el estímulo financiero para esas empresas que dan significado social al día a día sobrevendrá cuando la banca haya sellado sus grietas, saneado sus balances y posea, por tanto, un remanente que le permita abrir sus ventanillas hacia el exterior.

Se habla, por tanto, de un camino que conduzca al mítico El Dorado, camino que han empedrado con un trágico sacrificio popular que no tiene visos de remitir aceptablemente. Como sucedía en las pirámides aztecas las cabezas de los sacrificados al dios-poder siguen rodando por los escalones que usan, sordos al dolor social, los dirigentes políticos que sirven a la oligarquía financiera.

Lo que resulta absolutamente criminal es que esta inmensa sangría humana sea presentada como el resultado insoslayable de unas leyes cósmicas frente a las cuales no hay más postura que la oración en el altar del poder. Y lo que también resulta absolutamente irritante es que grandes sectores del mundo del trabajo no confíen en sí mismos para forzar otra vía a fin de resolver el drama social que les acucia.

Porque ese camino alternativo existe. Consiste, entre otras cosas, en devolver el dinero a su función socialmente creativa mediante la acción política. Ya sé que las políticas que promuevan una vida verdaderamente vivible, en libertad cierta y democracia auténtica, son negadas como imposibles por el fascismo profundo de la derecha y la naufragada ideología de la socialdemocracia, pero esto no nos ampara frente al pensamiento único, tan escandalosamente compartido por quienes lo predican y los que falsamente lo denuncian. Lo que verdaderamente dificulta el paso vivo a otro modelo social es el temor profundo de quienes doblan en masa la cabeza mientras claman paradójicamente por el drama que les destruye.

La situación quizá se clarifique y sitúe a todos los sujetos sociales en el lugar que les corresponde cuando llegue el momento de saldar la deuda adquirida por quienes hoy están jugando con los préstamos delirantes y los ininteligibles rescates que ahora mantienen a flote, aunque penosamente, a un mundo financiero, público y privado, que ha alcanzado su límite de elasticidad. Esa deuda es inasumible. El dinero dejará de producir dinero por agotamiento de su función reproductora y desembocará, con toda posibilidad, en una sociedad sensiblemente desertizada. Incluso economías que aún poseen notables dimensiones reales, como la alemana y la estadounidense, verán empobrecida su posibilidad exportadora y sufrirán la insuficiencia de su mercado interior, que ya no les compensará. Si este futuro acontece servirá de base al crecimiento de múltiples y nuevas violencias.

No resulta disparatado pensar que esta situación que ahora auguran una serie de expertos, florecidos curiosamente de improviso, fuerce una urgente, aunque muy difícil, concentración política en ámbitos como la Comunidad Europea para hacer frente a la presente avería gruesa. Pero tampoco resulta disparatado augurar un tránsito imposible pacíficamente a esa concentración supraestatal, ya que durante muchos años se ha evitado la política básica de crear una ciudadanía europea, con la triste consecuencia de haber hecho de Europa algo superior a un Mercado Común, pero inferior a una Comunidad.

Es más, ante tanto desconcierto y tantos males cabe incluso la posibilidad de una Europa que regrese a viejas raíces nacionalistas que hagan saltar por los aires las estatalidades ahora existentes para dar libertad a pueblos que busquen su propio destino y sentido. Creo que este último camino pudiera seguirse por muchos núcleos de población que no aceptan su irrisoria situación de coloniaje. Lo que hasta la guerra de 1939 se conoció por Europa, que no era otra cosa que una aspiración cultural y un determinado modo económico basado en el colonialismo, ha dejado de existir. A esa Europa, que creó la burguesía industrial, ha sucedido un conglomerado financiero que se está quemando en su propio horno.

Hay un dato, que apenas se desvela, para entender el futuro posible. Se trata del montante de dinero a devolver, entre principal e intereses, por los receptores financieros de estos préstamos, que se agotan sin crear la debida retaguardia de producción real. Hay países, como España, que ya no podrían construir una economía real ante el agobio de los prestamistas financieros.

En el mundo actual pensar, aunque sea honradamente, que la economía de producción y su correspondiente facilidad de comercio van a resucitar sin cambiar el sistema social es un ejercicio de irresponsabilidad. O algo peor: un engaño criminal. Lo evidente es que o se construyen unas nuevas relaciones socializantes o colectivizantes, la denominación resulta irrelevante, o se alargará el drama con sus mortales resultados. Pero ¿cómo va el poder existente ceder el paso pacíficamente a la nueva construcción? La historia no tiene ejemplos a favor de esta cesión.

Por tanto, cabe hablar honradamente de otros comportamientos para salir de este Titanic. Unos comportamientos que deberán hacer frente a leyes injustas y a consideraciones engañosas por parte de los poderes actuales. La ley habrá de ser soslayada del modo menos doloroso, pero habrá que hacerle frente con la conciencia de que se está luchando por algo superior a la moral, que es la supervivencia de la sociedad. Esa supervivencia ha de ser enfocada como la ley absoluta y necesaria, como la raíz de las nuevas leyes.

No se trata, pues, de suscitar la violencia -ténganlo en cuenta los poderosos- sino de acabar con la existente.

Fuente: Gara

Crisis financiera y los especuladores

La crisis es una consecuencia de muchos factores y prácticas de ´comercio´ no sostenibles. Estas prácticas de comercio se han sostenido artificialmente por mucho tiempo llegando a la situación en la que nos encontramos en estos momentos; la pérdida de soberanía de estados y la toma de poder y control, que en casos recientes vemos es directa, de las elites financieras. Estados y pueblos hemos perdido nuestra libertad y nuestra soberanía en favor de LA DEUDA.

La deuda, la deuda, es lo que escuchamos día y noche en cientos de diferentes medios de comunicación. La raíz del problema de nuestra economía es la usura. Simplificado, esto significa el interés cobrado por bonos, créditos y demás productos financieros. En tiempos de bonanza siempre hay crédito. En los tiempos que corren, hemos llegado a un momento en que las cantidades de créditos y deudas son tan astronómicas, que los mismos financieros ya no confían en sus propias cifras y credibilidades. Pasamos a las famosas ´reducciones de calificación´, reformas y rescates. Sin embargo, la raíz del problema continúa siendo la usura. Ya que la usura destruye la economía real a favor de la financiera y esto nos lleva a la situación actual.

Debemos encontrar una alternativa a la economía financiera usurera, frenar y erradicar este tipo de economía y reactivar la economía real. De esto hablaremos en las dos entradas próximas, y espero su colaboración.

Como nota, simplemente comentar que sí hay alguien que gana de la crisis; los especuladores. A cada paso de esta crisis que ya va camino de los cinco años, las grandes fortunas, como muestran las estadísticas, siguen creciendo a pasos agigantados. Mientras que las clases medias ven reducidos sus ingresos y beneficios sociales, a la vez que incrementan sus deudas personales y estatales.

Dejamos algunos titulares de los medios digitales para intentar despertar a base de golpe de letra, la conciencia personal y social de cada uno de nosotros:

La banca que pida ayuda pública deberá segregar sus activos tóxicos

La nota de casi todos los bancos españoles, en el nivel del ‘bono basura’

Rajoy anuncia que ‘pronto’ aprobará nuevas medidas económicas ‘difíciles’

El Gobierno analiza subir el IVA del 8% al 18% a un gran número de productos

El Tesoro paga el triple que hace un mes por la deuda a corto plazo

La UE propondrá limitar la emisión de deuda de países incumplidores

Europa también impondrá condiciones a la banca que no pida el rescate

«No queremos un castigo penal, queremos el dinero que invertimos en Bankia»

De Guindos anuncia que la UE impondrá condiciones a todos los bancos españoles

Más pobres que ayer, ¿menos que mañana?

Grafico-Cronologia-Ajustes-

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