Crédito y confianza, el capital de la gente. Un artículo de Jalid Nieto publicado en ISLAM HOY

Hace siete años comencé a construir una casa. Una obra de gran envergadura si partimos de que no poseía los medios económicos para verla finalizada y me había propuesto no pedir dinero al banco. ¿Cómo, se preguntarán, si no hay otro medio que las hipotecas y los préstamos para que la gente con ingresos básicos accedamos a un lugar digno donde vivir? De pequeño me crié en un ambiente humilde, en el que la vida a veces se hacía difícil, pues la falta de empleo, o la necesidad de llegar a fin de mes la mayor de las veces, nos dotó de la certeza de que lo necesario vendría, que superaba los medios para no abandonar nuestros proyectos aunque sufrieran altibajos. En lo económico, la familia, los vecinos, el tendero e, incluso, los compadres y amigos tejían una red de ayuda mutua que hacía posible la vida. En esos tiempos, y no hablo de siglos atrás, en los años sesenta y setenta del siglo pasado, cuando la banca todavía no había anidado como un pará- sito en el tejido social, la gente se concedía microcréditos sin intereses, unos a otros, sin que mediase ninguna institución bancaria, y sin que ello motivase ningún premio Príncipe de Asturias para los que lo hacían posible. Con mis propios ojos fui testigo de cómo un barrio entero se levantaba con la dignidad y la sabiduría ancestral de construir su propio hogar. Todos colaboraban: los buenos amigos, los familiares, los hijos con potencial de trabajo y la esposa que no descansaba. Los polveros del barrio no daban abasto para suministrar materiales, apuntando en una cuenta que semana a semana los interesados iban rebajando después de recibir el sobre con su paga. Entonces la soberanía del dinero la tenían los trabajadores, que no habían cedido a nadie la administración de su nómina ni la capacidad de embargarle el sueldo por una multa. Y mucho menos hubieran admitido el actual impuesto bancario por apunte. Lo que había era administrado desde el hogar. Esto es economía, sacar mucho de lo poco, y, aunque no lo crean, la gente construyó un futuro para ellos mismos y sus hijos, futuro que hoy los “mercados” nos están robando. Pero qué era el crédito en este tiempo en el que la gente solo usaba la caja de ahorros para guardar lo poquito que excedía en la economía familiar. El crédito era la confianza que habías desarrollado en tu vida, siendo fiel a guardar lo que te dejaban como depósito y devolviendo aquello que habías pedido prestado. Tu acción en tu entorno, tu reputación, era tu capital. ¡Qué lejos de la fe ciega en el sistema de dinero-deuda que nos exige el capitalismo financiero!, que se asusta ante la más mínima falta de confianza, esperando que no se traduzca en una disposición masiva de los fondos depositados en los bancos. Cosa que la gente ya comienza a plantearse. Nuestra confianza, el pegamento social de las sociedades sanas, se traduce en ayuda mutua, y esto volverá cuando la gente suprima al banco de su vida y proyecte un vivir cotidiano que llene nuestra existencia con un disfrute que no sea el consumo exagerado, ni la trampa de tenerlo todo a cambio de hipotecar tu propia vida. No sé si habrán comprendido lo que quiero decir, pero es que la experiencia de construir una casa sin recurrir a los bancos se basa en esa experiencia comunitaria heredada como una riqueza que se transmite de generación en generación, y supone algo más que dinero e hipotecas. La honradez es la riqueza de la persona, su capital más preciado, un impulso que abre futuro y protección en tu entorno. Y sobre la gente que la ejerce nacen sociedades justas. Sociedades que hay que defender contra los depredadores usureros. Soy testigo de que la confianza abre las puertas de lo que no posees, de que los préstamos en materiales, trabajo o dinero son posibles sin tener que “confesar” con el director de un banco. De una sociedad en necesidad, ha de surgir una sociedad fuerte, pero para que esto suceda, nosotros hemos de recuperar el discurso que la democracia bancaria nos ha usurpado. Crédito, confianza, honradez son la medicina contra la avaricia sin medida de la clase política, los tecnócratas bancarios y los banqueros. Que ahora esté viviendo en esta casa con mi familia, desde la que afirmo lo que conocí mientras crecía y he contado, contiene algunos secretos más allá de lo expresado, que forman parte de ese acervo íntimo que nos hace ser agradecidos con el Poseedor de Riqueza en cada instante. Y esta experiencia es aún más rica que la expuesta. Alhamdullilah wa shukrulilah

No hay nada

Detrás no hay nada

Detrás no hay nada

Ayer hablamos de la ´economía financiera´ y de la crisis que la consume. Su crisis no está causada por elementos externos, la base en la que se basa está destinada a lo que estamos presenciando. La usura es la raíz del problema en su ramificación amplia y compleja de lo que se ha convertido y que llamamos ´mercados financieros´.

Reflexionando sobre estos temas de tan alto calado e investigando sobre el asunto hemos encontrado este artículo que nos gustaría compartir. Si partimos de la base de que debemos eliminar la usura, los mercados financieros, la banca, y el papel moneda de fácil manipulación y valor intrínseco nulo, ¿qué nos queda? La economía real. ¿Pero qué es esto? Estamos tan separados de la economía real que ya no sabemos ni qué es, ni cómo funciona. Pero lo que está claro es que ahora, que ya no hay créditos infinitos que inflen la economía, y ahora que no hay burbujas inmobiliarias ni mercados financieros pujantes que creen puestos de trabajo, ahora que los gobiernos no contratan, ni subvencionan y de hecho reducen los salarios, ahora nos preguntamos ¿qué otras opciones tenemos?

En este artículo, Antonio Álvarez-Solís, apunta que detrás no hay nada. Detrás de la economía financiera, no hay nada. ¿Dónde está pues la economía real? Debemos recuperarla, debemos buscar las alternativas a la usura, a la banca, a la moneda sin valor, a la especulación legalizada. De esto lanzaremos un artículo de participación general mañana. Por hoy os dejo con  Álvarez-Solís y la primera parte de la solución, que es nada más y nada menos que: “no hay nada”.

Dejamos el enlace y el artículo completo.

http://iniciativadebate.org/2012/06/21/detras-no-hay-nada/

Antonio Álvarez-Solís. Gara. 20.6.2012.

El gran problema es que detrás de la crisis financiera no queda ningún camino del sistema que pueda reconducir a la economía real, tal como esta economía está siendo destruida. Es decir, que a la espalda de la crisis financiera apenas queda nada. La economía real no puede ser rescatada desde el sistema aunque en él se instalen multitud de artificios, como se intenta con urgencia en la mayor parte de los países conocidos como occidentales. La economía financiera de estos países -la única relevante que poseen- constituye un agujero negro que devora el dinero sin otro destino que aumentar la apetencia de él. Es una especie de síndrome clínico, el síndrome de Crohn, que se caracteriza por la mala absorción de los nutrientes.

La economía financiera es una economía que se ha convertido en terminal. La moneda como mercancía fundamental y prácticamente única empieza y acaba en sí misma. Los gobiernos y las instituciones internacionales que manipulan la mecánica económica actual cierran los ojos a una exigencia esencial para recuperar la vitalidad social: una exigencia que consiste en recrear una economía de cosas que dé sentido al dinero y dentro de la cual el dinero vuelva a actuar como dato adjetivo, como signo y no como sujeto de la economía. En definitiva, estamos ante una crisis absoluta del sistema, que exige, si queremos supervivir, ser cambiado revolucionariamente por otro basado en una distinta concepción de la sociedad.

El reciente rescate de España por Bruselas deja al descubierto esta característica extenuante de la economía financiera. Hay un dato muy significativo de lo que afirmo: en ningún nivel de responsabilidad económica se da como acción próxima, sino como posibilidad lejana, la reapertura del crédito a la esfera empresarial y, mucho menos, al mundo de la empresa mediana y pequeña, que es la dominante en España. Se insiste por los gobernantes en la urgencia de sanear el mundo financiero, pero cuando se les recuerda la necesaria y abandonada función intermediadora de la banca entre producción y consumo, y se les invita a retomarla, el diálogo se torna evasivo por parte de políticos y banqueros. Se acaba construyendo un discurso en el que se afirma que el estímulo financiero para esas empresas que dan significado social al día a día sobrevendrá cuando la banca haya sellado sus grietas, saneado sus balances y posea, por tanto, un remanente que le permita abrir sus ventanillas hacia el exterior.

Se habla, por tanto, de un camino que conduzca al mítico El Dorado, camino que han empedrado con un trágico sacrificio popular que no tiene visos de remitir aceptablemente. Como sucedía en las pirámides aztecas las cabezas de los sacrificados al dios-poder siguen rodando por los escalones que usan, sordos al dolor social, los dirigentes políticos que sirven a la oligarquía financiera.

Lo que resulta absolutamente criminal es que esta inmensa sangría humana sea presentada como el resultado insoslayable de unas leyes cósmicas frente a las cuales no hay más postura que la oración en el altar del poder. Y lo que también resulta absolutamente irritante es que grandes sectores del mundo del trabajo no confíen en sí mismos para forzar otra vía a fin de resolver el drama social que les acucia.

Porque ese camino alternativo existe. Consiste, entre otras cosas, en devolver el dinero a su función socialmente creativa mediante la acción política. Ya sé que las políticas que promuevan una vida verdaderamente vivible, en libertad cierta y democracia auténtica, son negadas como imposibles por el fascismo profundo de la derecha y la naufragada ideología de la socialdemocracia, pero esto no nos ampara frente al pensamiento único, tan escandalosamente compartido por quienes lo predican y los que falsamente lo denuncian. Lo que verdaderamente dificulta el paso vivo a otro modelo social es el temor profundo de quienes doblan en masa la cabeza mientras claman paradójicamente por el drama que les destruye.

La situación quizá se clarifique y sitúe a todos los sujetos sociales en el lugar que les corresponde cuando llegue el momento de saldar la deuda adquirida por quienes hoy están jugando con los préstamos delirantes y los ininteligibles rescates que ahora mantienen a flote, aunque penosamente, a un mundo financiero, público y privado, que ha alcanzado su límite de elasticidad. Esa deuda es inasumible. El dinero dejará de producir dinero por agotamiento de su función reproductora y desembocará, con toda posibilidad, en una sociedad sensiblemente desertizada. Incluso economías que aún poseen notables dimensiones reales, como la alemana y la estadounidense, verán empobrecida su posibilidad exportadora y sufrirán la insuficiencia de su mercado interior, que ya no les compensará. Si este futuro acontece servirá de base al crecimiento de múltiples y nuevas violencias.

No resulta disparatado pensar que esta situación que ahora auguran una serie de expertos, florecidos curiosamente de improviso, fuerce una urgente, aunque muy difícil, concentración política en ámbitos como la Comunidad Europea para hacer frente a la presente avería gruesa. Pero tampoco resulta disparatado augurar un tránsito imposible pacíficamente a esa concentración supraestatal, ya que durante muchos años se ha evitado la política básica de crear una ciudadanía europea, con la triste consecuencia de haber hecho de Europa algo superior a un Mercado Común, pero inferior a una Comunidad.

Es más, ante tanto desconcierto y tantos males cabe incluso la posibilidad de una Europa que regrese a viejas raíces nacionalistas que hagan saltar por los aires las estatalidades ahora existentes para dar libertad a pueblos que busquen su propio destino y sentido. Creo que este último camino pudiera seguirse por muchos núcleos de población que no aceptan su irrisoria situación de coloniaje. Lo que hasta la guerra de 1939 se conoció por Europa, que no era otra cosa que una aspiración cultural y un determinado modo económico basado en el colonialismo, ha dejado de existir. A esa Europa, que creó la burguesía industrial, ha sucedido un conglomerado financiero que se está quemando en su propio horno.

Hay un dato, que apenas se desvela, para entender el futuro posible. Se trata del montante de dinero a devolver, entre principal e intereses, por los receptores financieros de estos préstamos, que se agotan sin crear la debida retaguardia de producción real. Hay países, como España, que ya no podrían construir una economía real ante el agobio de los prestamistas financieros.

En el mundo actual pensar, aunque sea honradamente, que la economía de producción y su correspondiente facilidad de comercio van a resucitar sin cambiar el sistema social es un ejercicio de irresponsabilidad. O algo peor: un engaño criminal. Lo evidente es que o se construyen unas nuevas relaciones socializantes o colectivizantes, la denominación resulta irrelevante, o se alargará el drama con sus mortales resultados. Pero ¿cómo va el poder existente ceder el paso pacíficamente a la nueva construcción? La historia no tiene ejemplos a favor de esta cesión.

Por tanto, cabe hablar honradamente de otros comportamientos para salir de este Titanic. Unos comportamientos que deberán hacer frente a leyes injustas y a consideraciones engañosas por parte de los poderes actuales. La ley habrá de ser soslayada del modo menos doloroso, pero habrá que hacerle frente con la conciencia de que se está luchando por algo superior a la moral, que es la supervivencia de la sociedad. Esa supervivencia ha de ser enfocada como la ley absoluta y necesaria, como la raíz de las nuevas leyes.

No se trata, pues, de suscitar la violencia -ténganlo en cuenta los poderosos- sino de acabar con la existente.

Fuente: Gara

Si me muero, que me muera con la cabeza muy alta

Ya no es ninguna conjetura, la Unión Europea prepara un rescata para España e Italia de 750.000 millones, a sumar a los 100.000 millones que ya se le han prestado a España. Rajoy lo quiso camuflar como “línea de crédito” pero la realidad es que es un rescate financiero. Aunque lo de rescate es cuestionable; si un barco que se está hundiendo y que hace aguas le ponemos una pesadísima carga sobre la cubierta la lógica nos dice que lo único que va a suceder es que se hunda aun más rápido. Estos rescates son esa carga que se le pone al barco que se hunde, y el barco que se hunde es el de la economía Española, Italiana, Europea, y en consecuencia global. No nos confundamos, nadie está regalando dinero, lo están prestando y con intereses. Después de este rescate (hundimiento) la soberanía nacional se a va a pique, si alguna vez hubo alguna.

Un préstamo de este calibre pondría en jaque a la economía durante los siguientes 40 años puesto que todo lo produjese España, el producto interior bruto, si ni comiésemos ni consumiésemos, iría en su totalidad a cubrir la deuda. Por lo cual la gente va a trabajar para cubrir una deuda. Es de todos sabidos, y es un dicho antiguo, que aquel que está en deuda no es libre. No lo es por que no tiene la capacidad de actuar libremente sino que tiene que cumplir los compromisos adquiridos y eso limita su capacidad de decisión. Si esto es verdad para un individuo, entonces también lo es para una nación. No debemos, no podemos, y tiene que ser una necesidad existencial, biológica, tanto como comer o dormir, aceptar semejante situación. No nos dejemos engañar, no estamos siendo rescatados de nada, sino que están poniendo sobre nuestros hombros un pesado yugo, el de la deuda.

Como españoles tenemos una rica herencia histórica. Nuestra sangre es una mezcla de muchas razas y muchas culturas, y esperemos que esto no cambie, que nos sigamos mezclando para que nuestra genética se siga renovando, y para que podamos sacudir de nuestro inconsciente ese terrible suceso que rompió familias. Por eso es necesario que no creamos en la mentira que es la economía actual, una realidad virtual de impulsos entre ordenadores que es usada por la oligarquía financiera para silenciar nuestras vidas. Es necesario que escuchemos a nuestros poetas.

Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.

No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

Miguel Hernández continua su poema Vientos del Pueblo me Llevan elogiando lo mejor de cada región de España.

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.

Y termina su poema con un canto a la libertad, hoy en día la libertad de decidir que queremos hacer con nuestra riqueza, que medio queremos escoger como forma de pago, y rechazar la deuda. No estamos endeudados, yo nunca acepté ni aceptaré semejante falacia. Yo solo tengo una deuda, y es con mi creador.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.

Este poema me lo recitaba mi maestro de niñez, lo cantábamos en clase y lo aprendíamos de memoria. Ojalá que no se olvide.

La letra pequeña del rescate a España

Hubiese sido difícil dejar pasar el día de hoy sin mencionar el rescate que España ha recibido, y digo España y no los bancos, por que los que van a ser responsables de que ese rescate se pague son “los españoles”. A priori, y con todo el descaro del mundo, se dice que la banca pagará la suma, ¡y el Estado los intereses! Y además, si los bancos no pagan, la deuda se la carga el gobierno y la suma al ya muy abultado porcentaje en relación al PIB. Puede que este año lleguemos a deber alrededor de un 90% del PIB.

Insistimos en que hay que llamar a las cosas por su nombre; Rajoy dice que este rescate es un “línea de crédito”, pero es una calca de los rescates recibidos por Irlanda, Grecia y Portugal. Es más,  el New York Times dice que en breve será necesario un rescate directo al gobierno (http://www.nytimes.com/2012/06/12/opinion/now-spain.html)

Desde este blog hemos argumentado varias veces que lo que está sucediendo es un golpe de banco, esto significa que los bancos están dando un golpe de estado. Rechazamos toda teoría de conspiración, no tiene nada que ver con eso, sino con la natural expansión del sistema financiero capitalista para que el negocie continúe. Es la lógica del sistema que hace un par de días explicábamos cuando escribimos sobre el significado de la palabra tecnócrata: los bancos prestan el dinero al gobierno (¿qué poder tiene entonces el gobierno, que de la única manera que hace dinero es de recaudar impuestos y emitir deuda?), el gobierno no puede paga dados los interese, la inflación, las nacionalizaciones y demás, los bancos entonces proponed un gobierno tecnócrata, o lo que es lo mismo, de empleados bancarios. Resumido y abreviado pero cierto.

Es difícil imaginar una alternativa real, un cambio en la forma de llevar a cabo nuestros negocios y transacciones, pero el presente no puede durar mucho por la lógica de los números y la magia de la usura. La alternativa tendrá que ser basada en algo real (oro, plata, etc…) y libre de usura.

Por ahora os dejamos con la letra pequeña del rescate, explicada muy bien por Ignacio Escolar en su blog ZONA CRITICA ( http://www.eldiario.es/zonacritica/2012/06/09/la-letra-pequena-del-rescate-a-espana/ ).

LA LETRA PEQUEÑA DEL RESCATE A ESPAÑA

Ya es oficial: España es el cuarto país de la zona euro que se acoge a un rescate para salvar sus cuentas. Por mucho que el Gobierno intente disfrazar la realidad , por mucho que sea solo un rescate financiero (como el de Irlanda, por otra parte), la realidad es que España pierde hoy gran parte de su soberanía. Aunque no hay condiciones explícitas para la política económica y fiscal del país, las hay implícitas. La UE y el FMI no nos van a regalar 100.000 millones de euros.

El rescate no se condiciona de forma directa con unos ajustes concretos –como con Grecia, Portugal e Irlanda–, pero el propio comunicado del Eurogrupo deja claro que sí hay recortes pendientes: “El Eurogrupo está convencido de que España va a cumplir sus compromisos sobre el excesivo déficit y con las reformas estructurales, con el fin de corregir los desequilibrios macroeconómicos en el marco del semestre europeo. El progreso en estas áreas será vigilado muy de cerca y regularmente revisado en paralelo con la asistencia financiera. Traducido: si no se cumple pronto con el déficit, el grifo para la banca también se cierra.

En próximas fechas, tal vez la próxima semana –hay quien dice que será mejor que llegue antes de las elecciones griegas–, Mariano Rajoy nos leerá a los españoles la cara oculta de esta “ayuda” exterior. Aunque el rescate no esté formalmente condicionado, implícitamente sí lo está: el dinero para salvar a nuestra banca no saldrá gratis para la sociedad. Desde Alemania recetan desde hace años a España cuatro medidas para el ajuste fiscal, para cuadrar las cuentas públicas. Cuatro grandes recortes de los que Rajoy nos hará tomar dos tazas: pensiones, funcionarios, IVA y prestaciones por desempleo.

El Gobierno da dos de estos tijeretazos por seguros –subida del IVA y recorte a funcionarios– y está intentando resistirse como puede a los otros dos: a tocar las pensiones y las prestaciones para los parados. “Las dos primeras están ya casi descontadas, pero las otras dos provocarían serios problemas sociales”, asegura un alto cargo del Gobierno.

Subida del IVA. No se trata solo de subir otros dos puntos el tipo máximo, del 18% al 20 % o al 21%. También pasa por cambiar determinados productos y servicios del IVA reducido al IVA normal. Por ejemplo, los hoteles y restaurantes. En gran parte de Europa pagan el IVA normal. Aquí, por ahora, es IVA reducido.

Recorte a funcionarios. Con casi seguridad, se congelarán las nuevas plazas y también se recortarán los salarios, probablemente a través de reducciones en las pagas extras y en los complementos. La línea roja está en los despidos: en reducir el número total de trabajadores públicos, no solo eliminando interinos. No sería novedad en un país intervenido: ya ha pasado en Irlanda, en Grecia y en Portugal.

Pensiones. Es uno de los recortes que el Gobierno está intentando evitar, consciente de su tremenda impopularidad. Hay tres ingredientes en esta receta: elevar aún más la edad de jubilación –en Irlanda, por ejemplo, ya están en los 68 años–, acelerar la entrada en vigor de la jubilación a los 67 y, como última opción, recortes las pensiones que ahora mismo se pagan.

Prestaciones por desempleo. En dos formatos: endureciendo las condiciones para acceder al seguro de desempleo y también reduciendo su cuantía y su duración.

Además de estos cuatro duros recortes que se barajan, prepárense también para la pedrea: tasas, copagos, peajes, privatizaciones… El Gobierno español pretende pasar a la historia como el primero en Europa que afrontó una intervención sin perder el poder y sin dar siquiera la cara –que Rajoy no comparezca es insultante–. Después de todas sus mentiras , a pesar de su reciente mayoría absoluta, ¿tendrán la legitimidad social necesaria como para convencer a los ciudadanos de que acepten un ajuste así

¿Qué es un tecnócrata?

Últimamente se ha escuchado mucho el vocablo “tecnócrata”, un adjetivo usado para definir a algunos políticos, o, mejor dicho, para definir a ciertos individuos que han obtenido cargos políticos en el gobierno. Pero ¿qué es un tecnócrata? Y ¿qué es un gobierno tecnocrático? En el contexto de la crisis y respecto a los gobiernos actuales.

La palabra tecnocracia viene del griego y significa el gobierno de los técnicos, por consiguiente, aquel que gobierna es un técnico, o tecnócrata.

Independientemente del uso que la tecnocracia tiene como idea filosófica, que viene a ser el gobierno de los técnicos en una sociedad completamente tecnologizada y la eliminación de todo gobierno partidario puesto que se argumenta la no necesidad de la política y su sustitución por cómo cumplir con cuotas de producción, hoy en día el concepto de tecnócrata usado por los medios de comunicación es diferente. Si bien se basa en la misma idea, un experto en un campo tomando las riendas del gobierno, cambia radicalmente en cuanto que el campo en cuestión al que se le aplica es la economía y no la tecnología. Por la tanto el gobierno de un tecnócrata o un gobierno tecnócrata, como sucede ahora mismo en Italia y Grecia, es el gobierno de expertos en el campo de la economía y que se centra en cumplir los objetivos de deuda.

Lo que se transluce y se saca en conclusión de estos gobiernos, basado en los hechos es lo siguiente: un gobierno elegido democráticamente, dejando aparte de la legitimidad del proceso democrático, es re-emplazado por otro al que no ha sido elegido sino impuesto en la gente como una necesidad. En términos políticos esto siempre ha sido llamado un golpe de estado. Si el mismo hecho hubiese sido llevado a cabo por una junta militar a la persona que toma el poder se le llamaría un dictador, como el proceso ha sido llevado a cabo por una junta financiera, el persona que toma el poder se le llama tecnócrata. El nombre es diferente, pero el resultado es el mismo.

Por lo tanto, la no elección de los gobiernos y la imposición de los técnicos financieros en los gobiernos, que surge de la lógica de que si el gobierno legítimo (una vez más repetimos, legítimo de acuerdo al proceso democrático) no es capaz de administrar los recursos de un país, y dado que el gobierno hoy en día se basa en la administración de la deuda, es razonable que se sustituya por técnicos en la materia financiera, es decir, tecnócratas. Pero en términos de real-politiks, esto es un golpe de estado por parte de los bancos para hacerse con el gobierno. Sutil, bien ejecutado, limpio, pero aun así un golpe de estado.