La cama de Procrustes

Cayetano Rivera realiza un desplante.

México está a punto de votar una ley que quiere prohibir las corridas de toros, como ya pasó en Barcelona. Con los argumentos de barbarismo, violencia y colonización, dicen estar contribuyendo al progreso humano y social. Sin embargo, lo que están haciendo es demostrar que ciertas cualidades humanas, como la hombría o el coraje, ya no están bien vistas. No queremos escribir una réplica a estas consideraciones puesto que las consideramos ofensivas, ni tampoco escribir un apología romántica o nacionalista sobre los toros, sino hacer notar algunos aspectos que van de la mano con esta prohibición.

El toreo requiere ciertas cualidades humanas que están intrínsecamente ligadas a la hombría: coraje, valentía, autocontrol, no temer a la muerte y conocerse a uno mismo. El torero ha de tener todas estas cualidades además de una rigurosa disciplina y dedicación para alcanzar una técnica perfecta que convierte en arte lo que hace. Lo que el torero representa en la sociedad es el apogeo de estas cualidades que son demostradas cada tarde. Y el resultado es que el poseedor de estas cualidades alcanza una libertad que no se puede legislar, puesto que no teme al Estado ni a los bancos. Su libertad está basada en el saber que la vida y la muerte no están en sus manos. Esto le otorga valentía para enfrentarse a cualquier situación sin miedo, y esto a su vez, junto a el conocimiento de sí mismo, le hacer ser un ser único y alcanzar la originalidad innata que cada ser humano posee pero que tan pocos encuentran.

Este ser libre es un agente desestabilizante en la sociedad y en las conciencias, puesto que rompe nuestros esquemas. Es por eso que hoy en día no encaja y su más noble representación ha de ser eliminada. No estamos preparados para aceptar a semejante individuo, quien al alcanzar esto ha alcanzado la grandeza, puesto que evidencia nuestra mediocridad. Como vivimos en una sociedad democrática en la que todos somos iguales, al que es mejor nos lo cargamos y punto. Para no sentirnos mal con nosotros mismos cortamos a todos por el mismo patrón, como hacia Procrustes.

¿Por qué tantas malas noticias?

Cuando empezamos este blog una de nuestras intenciones era publicar una vez por semana una buena noticia, algo bueno que hubiese ocurrido en cualquier lugar del mundo y que sirviese para darnos ánimos. Pues bien, es extremadamente difícil dar con semejante noticia. Según los medios de comunicación solo pasan cosas buenas en las secciones de sociedad y deportes, en cuanto a economía, política o sucesos nada bueno ocurre. Todo son malas noticias y muchas de ellas sensacionalistas.

Si nos fijamos en la portada de los periódicos de por ejemplo esta mañana, un importante medio de comunicación abre con noticias sobre más recortes económicos, la potencia nuclear de Irán como un peligro inminente, la caída de PIB y un posible atentado terrorista (ni que decir tiene que con la eliminación del Barcelona y el Madrid de la Champions, ya ni los deportes nos traen buenas noticias…). Y la de hoy a sido una portada austera en cuanto a tragedias.

Nos hace preguntarnos cuál es la razón de esto, no es que no nos interesen los sucesos que ocurren por el mundo, las tramas de los pseudo políticos y sus ruegos a los bancos (una tragicomedia), cuánto menos vamos a ganar el año que viene o cuanto más nos va a costar un año de vida, sino que los medios de comunicación han usado todos estos sucesos para dos cosas: vender y condicionarnos a la aceptación social.

Para vender porque todo lo que es gore atrae la atención de la gente, el problema es que como con toda inyección de algún estimulante, la cantidad a de ser cada vez mayor para que surta el mismo efecto, con lo cual acabamos devorando ingentes cantidades de episodios cruentos o nos acabamos volviendo inmunes. La consecuencia es que nuestros sentidos se embotan y cada vez somos menos capaces de apreciar la sutileza.

Para el condicionamiento social porque al entrar en nuestra esfera de existencia todas estas malas noticias, crece en nosotros un malestar y una ansiedad provocada por el temor que estas producen que nos condiciona psicológicamente, nos demos cuenta o no, para aceptar cosas que de otra manera no hubiésemos permitido. Un muy buen ejemplo de esto es la llamada guerra contra el terrorismo. Primero se nos presenta una amenaza, luego se publicita muy bien, a continuación se le da un poco de realidad y cuando nos las hemos creído completamente y estamos atemorizados de que si no se hace algo vamos a sufrir en nuestras personas y bienes, entonces damos apoyo a cualquier medida incluso en contra de nuestro beneficio.

Es por estas razones por las que hemos de ser cuidadosos en cuanto a nuestros sentidos, especialmente aquello que vemos y oímos, y es por eso por lo que Goethe dijo que todo hombre debería contemplar algo bello al menos una vez al día, porque si no perdemos la capacidad y el gusto por las belleza y la sutileza.

Desde Risala Actualidad hacemos un llamamiento a todo aquel que sepa de alguna buena noticia, que nos la mande y nosotros la publicaremos de lo más gustosos. De momento seguiremos buscando y cada vez que encontremos algo os lo haremos saber.

La mentira como norma

“El Gobierno y el PSOE se acusan de engañarse y mentirse sobre el déficit”. Así se titula uno de los artículos que se publican hoy en los medios de comunicación. Y claro, no he podido más que detenerme un momento ante esta noticia de tanto calado y que revela tanto, pero que sin embargo está formulada como algo normalizado, como dando por hecho y sentando unas bases de comportamiento que no deberían ni muchísimo menos ser la norma.

Parlamento

Parlamento

Y algo más, ¿qué pasa con el pueblo que ha votado? Al fin y al cabo es al pueblo a quien se miente, supuestamente son representantes. La política debe dejar de ser un juego de medias mentiras y contraacusaciones. Siempre y cuando esto continúe tendremos una clase política que ampara las actividades de la banca y ´el mercado´ y el pueblo deberá acatar cualquier decisión chantajeado por el miedo del hundimiento de los mercados y el tabú del colapso del sistema.

Me acuerdo cuando era niño y veía la televisión, el espectáculo de los políticos en debate me parecía algo sin sentido, entonces, a mi parecer la discusión me parecía fuera de formas y propósito. Lejos de todas las nobles cualidades que según sentía,  maestros y padres se esforzaban por mostrarnos e inculcarnos.

Años más tarde, el debate parlamentario parece seguir las mismas líneas que antaño. Los principales partidos del país se acusan e injurian de todo lo sabido e imaginable. Seguidamente prometen durante las elecciones, para después, como estamos presenciando paso a paso con la educación, la sanidad, el copago, las pensiones, romper las promesas abiertamente, una tras otra. Al parecer, como si ni la promesa ni el incumplimiento de la misma tuviese valor o falta alguna. La palabra vale poco; es un arma arrojadiza.

El nuevo gobierno se escuda en la herencia del gobierno anterior y la oposición le acusa de todo, casi irrelevantemente de la decisión que se confronte. Hasta unos puntos de insensatez que llevan el debate a niveles en los que uno se pregunta, ¿pero no fue esta ley, o aquél punto de vista el que defendías hace pocos meses cuando estabais en el poder, o durante las elecciones? Y entonces te das cuenta de que es como la pescadilla que se muerde la cola, y que ni uno ni otro.

Hablar de cooperación, de crítica constructiva, de honrar la palabra, de integridad y del reconocimiento tanto de la verdad como de la mentira, parece irrelevante, te hace parecer un iluso, como el niño que no entiende. En este círculo vicioso nadie es responsable ni asume responsabilidad, todo es apuntar dedos al otro y yo todo lo hago bien. Se habla del ejecutivo, de la oposición, de los mercados, de Europa, de las primas, de la deuda, de la banca, del sistema, y todo esto forma una maraña abstracta que nubla toda política real y todo liderazgo…y deja la mentira como norma.

¿Dónde están las nobles cualidades de carácter? ¿Dónde está la integridad y la toma de responsabilidad real? ¿Dónde están los líderes?

DRY sigue la lógica histórica de las Asambleas Generales

Ayer fue el Día del Libro y aprovechando esta ocasión (no por la fecha en especial sino por el tirón mediático) hubiese sido conveniente publicar algo respecto a cómo vemos la literatura hoy en día. Pero hay una noticia a la cual los periódicos no han dado mucha coba pero que merece nuestra atención y que recapacitemos sobre ella. Está curiosamente ligada al libro sobre el cual este artículo iba a hacer referencia: Historia de dos Ciudades, de Charles Dickens.

Está ligada porque la noticia en cuestión es la siguiente: DRY (Democracia Real Ya) ha sufrido una desmembración. Es decir, se ha partido en dos (http://politica.elpais.com/politica/2012/04/23/actualidad/1335212093_805436.html). La obra del escritor Inglés trata precisamente sobre un tiempo en el cual ocurre una revolución, quizás una de las más famosas hasta ahora y de las de más calado moral y social: la Revolución Francesa. Aunque no era nuestra intención hablar sobre revoluciones, sino sobre la descripción del tiempo y las personas que viven dicha revuelta (hechos y comparaciones con el tiempo actual que nos reservamos para otro artículo), lo que ocurrió durante la Revolución Francesa a la Asamblea General creada por los revolucionarios es prácticamente lo mismo que le está ocurriendo a esta asamblea llamada DRY, usando incluso el mismo vocabulario. Por suerte, y lo digo por las consecuencias que conllevó ese mismo hecho en 1789, la de hoy en día está absorbida en el paisaje político y promueven la no violencia, de otro modo volveríamos a ver la guillotina, pero esta vez al lado de La Cibeles.

Y digo que está absorbida en el paisaje político, y que no ha alcanzado la denominación de ser una entidad política por derecho propio, de acuerdo al criterio de Carl Schmitt, que denomina a la entidad política como la que es capaz de dar el título de amigo y enemigo con las consecuencias que esto implica. Este criterio se ratifica a sí mismo si observamos lo ocurrido dentro de esta plataforma.

En cierta manera DRY, o cada una de sus mitades, se acaba de convertir en una realidad política ahora, cuando en detrimento de su credibilidad se ha dividido en dos y cada facción ha usado en contra de la otra las herramientas que tenía a su disposición, una Facebook y la otra Twitter, para denominar a la otra como enemiga. Pero es ahí, en el ciberespacio, donde queda la influencia de DRY, puesto que sus armas son virtuales sus repercusiones son de la misma naturaleza. Y es que una plataforma que pretende un cambio social de esta profundidad tiene que tener mucho más que Facebook y Twitter, tiene que tener, ante todo, un conocimiento profundo de la dinámica social arraigado en el realismo jalduniano y de Macchiavello. Tiene que tener un conocimiento histórico capaz de romper con la visión lineal de la historia y volver a la máxima: “Los detalles y las circunstancias cambian, las pasiones que mueven a los seres humanos son las mismas”. Y tiene que tener un liderazgo visible y fuerte, soportado por una gente que tiene la cualidad que Ibn Jaldun describe como assabiyah.

En resumen, DRY ha sido un interesante experimento político que repite los errores cometidos muchas otras veces (Revolución Francesa, URSS, China, por poner ejemplos recientes) pero a menor escala. Esta no es una crítica a las personas que apoyan a DRY.  Es verdad, necesitamos un cambio, pero hemos de mirar más allá de lo que nos proponen como solución aquellos mismos que han creado el problema.

La crisis mundial más grande de la historia: sin responsables

Ex primer ministro de Islandia, Geir Haarde

Ex primer ministro de Islandia, Geir Haarde

Entre tanto revuelo con la situación de la economía europea y española y la necesidad de tomar medidas parece que la iniciativa de investigar qué y quién causó la crisis ya no es un tema de debate. Hoy mismo los periódicos abren con la recesión del 0.4% de España y el viernes cerraban con la subida de todos los indicadores negativos y la bajada de la bolsa; ahora solo se habla de reformas, de recortes, de reestructurar, de bajar el déficit.

Entre este tipo de noticias encontramos al ex primer ministro de Islandia, Geir Haarde, mientras espera su juicio, en el que se le acusa de negligencia grave en su relación y responsabilidad con la situación de Islandia y la crisis financiera.

Es interesante anotar que si la crisis fue o es un fenómeno global solo un par de individuos están siendo juzgados. De entre todos los políticos, banqueros y compañías de inversión parece como si se hubiese cogido un par de entre estos para acallar las críticas. Madoff es sólo uno de los cientos que especulaban como él y Haarde es sólo uno de los jefes de estado que dejaron campar a sus anchas a cientos como Madoff. Y es que el sistema capitalista democrático se compone de estos dos elementos; la banca y el estado democrático.

Es imposible deshacerse del sistema bancario usurero actual sin que antes nos demos cuenta de que la clase política y el sistema democrático lo protegen. Más que sociedades democráticas, tenemos sociedades capitalistas que se amparan en aparentes democracias, la una va con la otra y se complementan. Es la única razón por la que, después de la que se ha llamado la crisis económica más grande de la historia, ninguna cabeza haya rodado.

Veremos en qué acaba la sentencia a Haarde, que como caso único es casi irrelevante. El cambio de políticos solo traerá a otros nuevos que se acogerán -y protegerán- los mismos intereses. Un cambio social, económico y político social más profundo es necesario.