El Periodista

Debido al avance tecnológico y de comunicaciones, la información y el periodismo han tomado un giro hacia el sensacionalismo y la noticia de última hora. Este fenómeno hace que en la noticia a menudo falte reflexión y análisis. Como señala Pascual Serrano hay una falta, y hasta me atrevería a decir un miedo, a tomar partido. Serrano aboga contra la neutralidad. En parte es una consecuencia de la actividad periodística incesante de relatar la noticia, que en tiempos presente es siempre continua y no tiene fin ni frontera.

El miedo al tomar partido, a romper la neutralidad, va más allá. Albert Camus en una de sus frases famosas escribió; “la necesidad de ser correcto, la muestra de una mente vulgar.” Se disfraza también como objetividad e imparcialidad. Pero lo que premia en un periodista es su capacidad de ver y contar, investigar, analizar y narrar – desde su punto de vista – las vivencias y conclusiones a las que ha llegado.

Si no tomas un partido, si te mantienes en la neutralidad, probablemente tendrás que preguntarte, por defecto, a quién apoya tu punto de vista y la visión del mundo que tu noticia aporta al conjunto de la sociedad. Podríamos ver al periodista como si se metiese dentro de un mundo diferente y plasmase en su escrito lo que ve y sus experiencias; creando así un nuevo mundo, poco a poco, con cada palabra y cada escrito, forjándolo a base de nuevas ideas, tendencias, también recordando las pasadas, lo que ya hemos vivido como sociedad, contando lo que es nuevo, lo que innova, para poco a poco y artículo a artículo, ayudar a cambiar y formar conjuntos de ideas y pensamientos nuevos, forjando y tomando parte de las tendencias y movimientos por los que la sociedad pasa.

F. G. Lorca, con su palabra más poética, lo expresaba así: “…hay que interpretar escanciando nuestra alma sobre las cosas, viendo un algo espiritual donde no lo existe, dando a las cosas el encanto de nuestros sentimientos; es necesario ver por las plazas solitarias a las almas antiguas que pasan por ellas; es imprescindible ser uno y ser mil para sentir las cosas en todos sus matices.”

Robert Capa en España (1937), durante la Guerra Civil.

¿Para qué sirve un periodista?

Artículo de Albert Lladó

¿Para qué sirve un periodista?

Portada del último libro de Pacual Serrano Ediciones Península

En la mayoría de facultades españolas – con maravillosas excepciones -, los periodistas se forman bajo el paradigma sostenido con dos principios supuestamente inquebrantables: la objetividad y la imparcialidad. El experto en análisis de los medios de comunicación, Pascual Serrano, aboga Contra la neutralidad en su nuevo libro, en el que, tras los pasos de grandes profesionales, como Kapuscinski, Walsh, Snow, Reed o Capa, asegura que “el culto a la objetividad provoca que los reporteros que presencian tragedias y sufrimientos cuyos responsables están perfectamente identificados vean que sus crónicas terminan llegando al público descafeinadas”.

Los periodistas, hasta que se demuestre lo contrario, son personas vivas. Sujetos que ven, sienten y reflexionan. Entonces, ¿qué quiere decir ser objetivo? Alguien que enfoca su mirada, que tiene voluntad de estilo, que pregunta más de la cuenta, no es objetivo. Ni cómodo. No es un sofá. Objetivos son, sí, los objetos. Los pantalones usados, las lámparas amarillas, las sillas aerodinámicas. ¿No hemos confundido, pues, los pilares de la profesión con una falacia que nos impide ir más allá de los datos y los números?

La equidistancia y la pluralidad
Serrano sostiene que la imparcialidad de la que algunos alardean es “solo una labor mecánica, algo así como el cumplimiento de órdenes, la obediencia debida del militar”. Pero el consultor, y especialista en política internacional, desnuda otro de los mitos contemporáneos del periodismo: la equidistancia. “No es cierto que la verdad se sitúe a mitad del camino de dos puntos de vista contrapuestos”. Poner ejemplos concretos no es nada difícil: ¿Cuántas personas se manifestaron en la huelga general? ¿La media surgida del número ofrecido por las fuentes oficiales y del que dieron los sindicatos? ¿O una cifra independiente? Si vamos a casos más extremos, la idea de equidistancia cae por sí sola. ¿La verdad de lo que ocurre en Siria se puede formar a partir de lo que dice las dos partes enfrentadas? Si una víctima denuncia que han bombardeado a toda su familia y el Gobierno asegura que han sido terroristas, ¿ser neutral y equidistante sería afirmar qué exactamente?

Con esa “curiosa idea de que, si incluyes una cita de cada bando, ya has cumplido el objetivo” se banaliza el ejercicio periodístico y, según Pascual Serrano, quizás se ignora que alguien está intentando “justificar un crimen”. Para el autor, “el problema es que estamos creando un profesional que ya no sabe incorporar principios y valores éticos y culturales a su trabajo”. Su vocabulario, añade, “se limita a la exposición de hechos y no incluye la elaboración de reflexiones o análisis”.

Es importante dejar claro que este ensayo apuesta por un modelo de periodismo que sea plural – que pregunte a todas las partes aunque no crea a todos por igual -, que sea riguroso – que no justifique manipulaciones por coincidir ideológicamente – y, sobre todo, que sea honesto. O sea, que no mienta, que su compromiso sea sincero y auténtico. Un buen periodista, si no es un mueble, se puede equivocar, pero no traicionar a su lector, ni mucho menos a sí mismo.

El periodista comprometido
Ryszard Kapuscinski, en esta línea, señala que un corresponsal no puede creer en la objetividad de la información “cuando el único informe posible resulta personal y provisional”. No es neutral, ni quiere serlo, porque ha adoptado una actitud, una intencionalidad: el compromiso frente a las injusticias. El periodista, esté cubriendo una guerra o esté en su mesa explicando un desahucio, tiene una responsabilidad social. Hablar de lo que no se habla, “subrayar lo que se margina”.

Kapuscinski cree que el profesional debe intentar “provocar algún tipo de cambio”. “Sin utilizar el odio o estimular la venganza”, sostiene el polaco, el periodista debe utilizar su bagaje para enriquecer el texto, y es que el que escribe no es simplemente un espectador frío, un contendor de sucesos, un altavoz de declaraciones, un técnico que empaqueta la información: “es importante que no te contagies de esas enfermedad terrible que es la indiferencia”.

John Reed, quien explicó la Rusia revolucionaria en Díez días que estremecieron al mundo, tampoco fue neutral ni objetivo. Sin embargo, Serrano asevera que “su rigurosidad le impide creer precipitadamente algunas versiones” de fuentes que entiende como afines. Reed, que suele utilizar la primera persona, demuestra que la pasión no está reñida con escribir con precisión y profundidad.

Rodolfo Walsh, célebre autor de Operación Masacre, es otro de los periodistas escogidos en este libro. Walsh, quien denunció el fusilamiento clandestino de un grupo de ciudadanos argentinos en 1956, afirmaba que las dos cualidades esenciales del buen profesional son la “exactitud y rapidez”. Permanece desaparecido desde el 25 de marzo de 1977, y se ha convertido en todo un icono de la libertad de expresión.

Edgar Snow, por su parte, que fue el hombre que “descubrió” Asia a Occidente, recurre “desde Aristóteles hasta Mark Twain para explicar China y sus acontecimientos”, y su inteligencia le sirvió para conseguir grandes exclusivas, como la entrevista que realizó a Mao y al resto de líderes comunistas. Serrano nos dice que “a pesar de su simpatía y su defensa de la revolución china, no dudó en expresar inquietud”, y criticó el culto a la personalidad de Tse-tung.

Por último, encontramos en Contra la neutralidad el caso de Robert Capa, un referente del fotoperiodismo que aseguraba que “ante una guerra hay que tomar partido, sin lo cual no se soporta lo que ahí ocurre”. Pese al incalculable valor de su obra, los que le conocieron sostienen que era modesto y que se planteaba, como el resto, la utilidad ética de su trabajo, sobre todo tras el decepcionante colapso del idealismo en España.

La intencionalidad y la información
Pascual Serrano sabe que el ciudadano huye del artículo de opinión disfrazado de noticia, y “desconfía de cualquier argumentación que no incluya información, datos, testimonios fiables”. Por ello, mantiene que el reportaje se ha convertido en el soporte más adecuado para el periodista que no quiere caer en la nota de prensa o el teletipo de agencia. El también autor de Traficantes de información (2010) insiste en que “la intencionalidad es lícita y efectiva si está dominada por la credibilidad y no por el mero mensaje ideológico”.

El libro de Serrano concluye con un interrogante, el periodismo que viene. Según el autor, en los últimos años hemos asistido a una “obsesión por el sensacionalismo” y, en el mejor de los casos, los profesionales se limitan a responder telegráficamente las cinco W inglesas (qué, quién, dónde, cuándo, cómo y por qué). Sea para la red o para el papel, sea en un texto breve o en una extensa crónica, si obviamos los antecedentes, el contexto y el nervio, estaremos produciendo un depósito de información. Los periódicos serán un cementerio de documentos sin interpretar que, por lo tanto, renuncian al conocimiento. Para escribir, apunta Serrano, hace falta valor, y “para tener valor hace falta tener valores”. Las máquinas, las que copian y pegan inventarios estériles, aún no lo tienen.

http://www.lavanguardia.com/libros/20120607/54305748699/periodista.html

 

El fracaso de los organismos internacionales

Soldados de la ONU

Soldados de la ONU

Es una reacción natural que los organismos internacionales revelen su verdadera naturaleza al ser expuestos a situaciones de dificultad. Todas las instituciones financieras como el IMF, BCE, BI, etc., todas las humanitarias, o que claman tener razones humanitarias, como la ONU, y las exclusivamente militares, tales como la OTAN, es en situaciones de crisis en las que se ve qué intereses son los que sirven.

Una y otra vez ha fracasado la ONU en sus “misiones de paz”. El último y estrepitoso fracaso ha sido en Siria, donde la masacre de Hula ya no puede ser escondida. Pero no es la primera vez, semejantes desastres ocurrieron en la guerra de los Balcanes y siguen ocurriendo en Cachemir; en China, al pueblo de los Uigur; en África, donde las guerras tribales se suceden; en Palestina, y muchos otros sitios. La comunidad internacional tampoco hizo nada por frenar la imperialista invasión de Afganistán e Iraq. Se puede argumentar que es imposible para ninguna organización evitar todos los desastres humanitarios, pero a la vista de tantos fracasos nos hace preguntarnos cuál es realmente el papel de la ONU y demás instituciones internacionales.

En cuanto a los bancos internacionales, hay que decir, ante todo, que son bancos como cualquier otro, con la peculiaridad de que en vez de prestar dinero a individuos lo hacen a estados. No son instituciones benéficas que acuden al rescate de los países en bancarrota (basta con echar un vistazo a esta entrevista a Christine Lagarde, gerente de IMF http://rebelion.org/noticia.php?id=150369) . Todo lo que prestan lo esperan recuperar con intereses. Por lo cual no hace preguntarnos por qué hemos de aceptar sus paquetes de reformas a cambio de nuestros servicios sociales y ahorros.

Pero ante todo la pregunta es: ¿por qué nadie busca una alternativa al sistema capitalista actual? Una alternativa real, en la que los fundamentos sean radicalmente distintos. Si consideramos los últimos ciento cincuenta años como un experimento social en la historia, nos daríamos cuenta de que ha habido muchos logros pero también muchos fracasos. Entre ellos, y el más escandaloso, el del sistema económico. Un sistema basado en la constante expansión numérica de una moneda sin valor intrínseco y en la deuda con intereses en un planeta en el que los recursos naturales son limitados tiene que estar naturalmente abocado al fracaso. Claro está, fracaso para la mayoría, que siempre es el triunfo para una disminuyente y elitista oligarquía.

Permítasenos, para terminar por hoy, proponer un símil al sistema financiero actual. Es como un edificio que ha sido construido mal desde los cimientos y que se resquebraja continuamente, está a punto de derrumbarse, y nosotros lo único que hacemos es darle manos de pintura y tapar las grietas que van apareciendo con masilla para que esté bonito. Pero sabemos que tarde o temprano el edifico se va a caer. ¿Por qué, entonces, no evacuamos el edificio antes de que se nos caiga encima y empezamos a construir otro con unos cimientos sólidos?

El café es bueno para la salud

Hoy es jueves, último día en el que Risala Actualidad pública artículos hasta la semana que viene, por la tanto, y porque esta semana ha habido pocos artículos originales del equipo de Risala Actualidad, nos gustaría hacer un pequeño repaso por las diferentes noticias que aparecen hoy en los medios de comunicación. Llamémoslo un boletín informativo.

Como todas las mañanas abrimos con más datos sobre la crisis económica (esto ya se ha convertido en rutina y ha pasado a formar parte de esas secciones del periódico que miramos de forma automática, como la predicción del tiempo). El BCE amenaza  a Grecia con que ya no recibirá más ayudas (por suerte para ellos) y Grecia se ve forzada a adelantar las elecciones por la dimisión del primer ministro, mientras tanto un juez casi anónimo será primer ministro. Esto remueve las ya de por sí revueltas aguas europeas y Rajoy ruega al BCE que mire a España con diferentes ojos y que no tenga en cuenta las predicciones internacionales. El importe de la deuda española que vence este año (eso quiere decir que ha de ser saldada en 2012) asciende a unos 250.000 millones de euros, y el total es casi impensable (pensar que debemos, como españoles, cientos de miles de millones, ¿pero de qué?, es decir, que lo que debemos al fin y al cabo son dígitos en un ordenador, una gran acumulación de ceros, porque esa cantidad de dinero no existe en circulación). Otro titular dice que Cameron, el primer ministro inglés, ha dicho que el euro, o se salva o va a desaparecer. Si desaparece el Euro posiblemente desaparezca la Unión Europea tal y como la conocemos hoy, puesto que este es el último eslabón que la mantiene unida. De ahí que cause tanto revuelo.

Mientras Europa se debate en qué hacer con su maltrecha economía, el teatro democrático americano sigue con la carrera hacia las elecciones. Irán se salta la prohibición de proveer con armamento al régimen sirio, donde sigue la ignorada guerra civil en la que el régimen de Assad masacra inocentes que lo único que aspiran es a practicar el Islam de forma libre. Oriente Medio está en ebullición, con los enfrentamientos en Siria extendiéndose a Libano, los fracasos militares de la política imperialista de los EE. UU. en Iraq y Afganistán y el dilema político de Pakistán. Más hacia el este China prevé comprar oro para sustituir sus reservas de dólares, y esto dispara el precio del metal. China es la nación que ha conseguido unir el capitalismo más puro con el régimen comunista (dos cosas a priori impensables) y que emerge como posible sucesor de los EE. UU., sin descartar a Rusia y otras grandes economías emergentes, como India.

Lo que todos estos estados tienen en común es que todos claman ser democráticos y proteger la libertad de sus individuos, cuando es sabido que estas democracias constitucionales no son sino una buena fachada para esconder a la oligarquía que reina por medio de la “deudocracia”.

Me gustaría citar a Ronald Syme, quien  en su magistral libro The Roman Revolution dice: “En todas las épocas, cualquiera que sea la forma de gobierno, se llame monarquía, república o democracia, una oligarquía se esconde tras la fachada”. Esa es la tesis que conduce su libro: desenmascarar a esa oligarquía durante la historia de Roma, que pasó por las tres fases, monarquía, república y democracia. Continua diciendo: “Dado que una oligarquía no es un producto de teoría política, o una especie de engaño fraudulento, ni un simple término de abuso, sino una precisa agrupación de individuos, su forma y carácter, lejos de desaparecer al escrutinio, aparece sólida y manifiesta”. Es esta oligarquía la que hemos de desenmascarar hoy en día, y que se compone de aquellos que tienen el control sobre las finanzas. Como decía una locutora de radio hace un par de días entrevistando a un experto sobre los mercados: ¿Es qué nos vamos a arruinar todos intentando salvar a los bancos?

Esta es una pregunta que cada uno tiene que responder por sí mismo para que en algún momento se convierta en una necesidad social.

Por lo pronto yo me quedo con la mejor noticia que he encontrado esta mañana en los periódicos: el café es bueno para la salud y puede ayudar a alargar la vida, más aún si se toma siguiendo la costumbre tan nuestra de acompañarlo de una tertulia. Me voy a plantear esta pregunta mientras me procuro uno.

Hemingway tomando café con tertulianos.

Hemingway tomando café con tertulianos.

Nunca hay paz cuando la dicha es mala

Israel se aísla en su propio mundo. Lejos de buscar soluciones que solo pasan por considerar sus propios intereses, continúa conquistando todo lo que quiere y puede de Palestina. Ya comentamos en RA que desde nuestro punto de vista la solución más viable sería la anexión de Gaza por Egipto y Cisjordania por Jordania, con la colaboración de los países Árabes y la ratificación de la ONU.

Palestina está derrotada, hay que asumir esta realidad. Israel controla la Autoridad Nacional Palestina como si de sus guetos nacionales se tratase. Lo países Árabes parecen haber olvidado este territorio histórico y la ONU se ve maniatada por los continuos vetos de EEUU.

Israel es el aliado más importante de EEUU en Oriente Medio. La mayoría de los países petrolíferos prefieren una buena relación diplomática con EEUU que un enfrentamiento por Palestina. La red de relaciones e intereses queda así formada, y Palestina continúa olvidada.

Por si solas Palestina tiene pocas posibilidades; ni de solución, ni de paz, ni de guerra, ni de nada.

Israel continúa la construcción física y metafórica de su propio mundo.

Israel se convierte en una fortaleza amurallada

Un nuevo muro separa también a israelíes y libaneses

El Estado judío se aísla aún más de sus vecinos árabes

Soldados de UNIFIL patrullan junto al muro que separa Israel de Líbano. / MAHMOUD ZAYYAT (AFP)

Los bloques de cemento van encajando unos con otros como piezas de dominó. En un par de semanas estará listo este tramo de muro de hormigón con el que Israel quiere reforzar su frontera norte y protegerse de posibles ataques procedentes de Líbano. Con esta nueva barrera, Israel queda ya casi amurallado por completo; aislado físicamente de sus vecinos por el norte, el sur y el oeste. Acero, cemento y alambre de espino es la tarjeta de visita que Israel ofrece a sus países vecinos —Siria, Jordania, Líbano y Egipto—, ocupados en revoluciones internas de potenciales consecuencias externas. Israel les muestra la cara más asustadiza de un país fuerte por fuera y temeroso por dentro. La llamada primavera árabe no ha hecho sino exacerbar ese nerviosismo y ha acelerado la construcción de un muro en la frontera con Egipto.

Del otro lado de la frontera norte, en el lado libanés, algunos curiosos se suben a un edificio a mirar cómo avanzan las obras. La base del Ejército israelí está prácticamente pegada a Kfar Kila, un pueblo libanés en el que junto a la bandera nacional, ondea otra, la del archienemigo Hezbolá, el partido-milicia chií. Esta semana, el máximo líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, ha vuelto a amenazar con un ataque a Israel en caso de una nueva incursión por parte de su vecino del sur. En el verano de 2006, Israel llevó a cabo una intensa campaña de bombardeos en Líbano que dejó 1.200 muertos en poco más de un mes.

Una de las casas de Kfar Kila está prácticamente pegada a la valla cubierta de plástico anaranjado que hasta ahora marcaba la frontera. Una patrulla de la UNIFIL, compuesta en parte por españoles, controla también las obras ante cualquier chispa que pueda saltar debido a la nueva maniobra israelí. “Estamos muy pegados y se trata de reducir la tensión. A veces nos tiran piedras. Cuando el muro esté construido no habrá contacto alguno; ni nos veremos”, explica el comandante Eran, responsable del Ejército israelí de la obra de Metula. Detalla, además, que el muro medirá entre cinco y siete metros de alto y cerca de un kilómetro de largo.

El verano pasado, un incidente fronterizo estuvo a punto de incendiar esta zona. Cinco personas murieron después de que la poda de un árbol junto a la frontera desatara un tiroteo entre el Ejército israelí y el libanés. La idea, dicen ahora los militares israelíes, es evitar que se repitan incidentes de este tipo. El nuevo muro no cubre, sin embargo, toda la linde, sino que se ocupa de separar los núcleos urbanos de un lado y otro de la frontera, por lo que no resuelve situaciones como la del pasado verano.

EL PAÍS

El de Metula es solo una pieza de un rompecabezas bastante más amplio; de un extenso entramado de barreras. El Muro con mayúsculas es evidentemente el que rodea a los territorios palestinos y que de paso confisca el 12% del territorio cisjordano. Esta serpiente de hormigón, cuya construcción comenzó en 2002 y cuyo trazado fue declarado ilegal por el Tribunal de Justicia de La Haya dos años más tarde, es una obra faraónica, de la que aún queda cerca de un tercio por construir. Israel levantó ese muró en un momento en que los suicidas palestinos volaban autobuses y mercados, en lo que se conoció como la segunda Intifada. Sucesivos Gobiernos israelíes aseguran que el muro —ellos prefieren llamarlo verja, ya que en algunos tramos es de hormigón y en otros de alambre— ha sido clave en la disminución de ataques palestinos, prácticamente inexistentes en la actualidad.

Los políticos palestinos aseguran, sin embargo, que el fin de los atentados obedece a una decisión política de las autoridades de Cisjordania de mantener a las facciones armadas bajo control y de darle una oportunidad a la resistencia no violenta y a la diplomacia. Los palestinos de a pie añaden que el muro y su red de check-points correspondiente dificulta el libre movimiento de las personas, pero también aseguran que quien quiere cruzar, encuentra una manera de hacerlo. Prueba de ello son las hordas de trabajadores sin papeles que todas las semanas saltan despavoridos el muro para volverlo a saltar una semana más tarde ya con los jornales ganados.

El de Cisjordania es el muro más conocido, pero no es ni mucho menos el único. Está también la barrera de decenas de kilómetros que bordea la franja de Gaza y que cualquiera que se atreva a acercarse a ella desde el lado palestino corre el serio peligro de recibir un disparo. Con esta barrera Israel quiere impedir la entrada y salida de supuestos terroristas de la franja, gobernada con puño de hierro por el movimiento islamista Hamás. Pero para el tipo de ataques que llevan a cabo los grupos armados de Gaza —lanzamiento de cohetes artesanales— los muros y barreras no suponen un obstáculo.

El que separa Israel de Egipto es una obra nueva bautizada “reloj de arena”, que medirá unos 240 kilómetros de largo y cuya finalización está prevista para finales de año. Separará el desierto del Sinaí y el del Negev. Habrá tramos que serán una pared de acero y otros que serán una verja electrificada. La idea es impedir la entrada de africanos sin papeles que han encontrado en la frontera sur de Israel la entrada a una economía del primer mundo. La barrera pretende además impedir la entrada de supuestos terroristas procedentes del Sinaí egipcio, una zona en la que reina el caos y en la que la autoridad de un Gobierno egipcio en transición no se deja sentir. La construcción avanza a marchas forzadas.

La semana pasada, el Ejército se percató, sin embargo, de que la nueva barrera es más permeable de lo que pensaban y de que vallar el desierto es poco menos que poner diques al mar. Un grupo de supuestos criminales armados con sierras eléctricas cortó la verja y el alambre de espino y se coló en Israel a través de Egipto. A pesar de que los infiltrados eran presuntos criminales de escasa peligrosidad, el Ejército insistió en que el peligro radicaba en que el coladero podía ser utilizado en el futuro por verdaderos terroristas.

Para completar el cercado nacional, Israel planea construir un muro en la frontera con Jordania, el otro país árabe, junto con Egipto, con el que Israel tiene firmado un acuerdo de paz. De nuevo la idea es impedir la entrada de trabajadores indocumentados, según anunció el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, hace unos meses.

“De forma muy irracional, Israel está haciendo todo lo posible en la última década para no ser aceptado en Oriente Próximo y para después quejarse de todos los peligros y los riesgos, y luego rodearse con muros. Yo no tengo nada en contra de los muros, pero Israel debería abrirse a la región”, sostuvo hace poco Gideon Levy, columnista del diario israelí Haaretz en la cadena Al Yazira.

Yigal Palmor, portavoz del Ministerio de Exteriores, sostiene que la proliferación de barreras “no es un proyecto político sino que obedece a circunstancias concretas”, y pone como ejemplo la transición política en Egipto y el caos reinante en el Sinaí. Yosi Alpher, analista israelí y coeditor de la página de información regional Bitterlemons, también piensa que las infraestructuras responden a amenazas concretas, pero matiza que en el caso del muro de Cisjordania sí hay una motivación política. “La agenda oculta israelí es apropiarse de terrenos palestinos y marcar las fronteras del nuevo Estado”. En el caso egipcio, considera que la inestabilidad del país fruto de la llamada primavera árabe ha sido el catalizador.

Alpher recuerda que “otros países, incluido España, tienen vallas para por ejemplo protegerse de la entrada de inmigrantes”. Cierto es que los muros no han caído en muchas partes del mundo. El caso israelí, sin embargo, es distinto, porque se encuentra amurallado casi en su totalidad y crecientemente aislado en la región. “Sí, la verdad es que si miras el mapa, estamos cercados”, dice Alpher.

http://internacional.elpais.com/internacional/2012/05/13/actualidad/1336925819_016030.html

 

Ideales que se lleva el viento

Abrimos los principales periódicos esta mañana y nos encontramos casi atacados por una maraña de titulares que discurren ante nuestros ojos en un sinfín de cursivas, negritas y mayúsculas acompañadas de fotos impactantes.

Se habla de Siria, donde la guerra civil, que está teniendo lugar pero que a ningún país occidental le interesa reconocer, sigue cobrándose vidas inocentes; mientras, el régimen de un déspota es apoyado por Naciones Unidas. Pero es que claro, Irán está detrás, lo que conlleva un delicado equilibrio dado que hay una fina línea entre  Estados Unidos e Irán que nadie se atreve a cruzar. Mientras tanto su presidente no tiene otra ocurrencia que decir en plena campaña que apoya las bodas gais. Lo triste no es que Obama diga eso, sino que habiendo tantos otros asuntos de mucha mayor importancia se crea que lo que puede decidir una campaña es si el presidente apoya o no las bodas gais. Mientras tanto las grandes multinacionales juegan al domino con los recursos de un país que solía ser rico.

En España el gobierno ha decidido intervenir en Bankia, siguiendo el ejemplo de los E.E.U.U., y se habla de inyectar dinero público a los bancos en un tiempo en los que se están haciendo recortes en sanidad, educación y todo gasto público. O sea que los dos principales lemas que soportan el estado de bienestar se van al garete: la no intervención gubernamental en los mercados y las prestaciones públicas por los impuestos recogidos. Claro está que los bancos, dada su naturaleza engañosa, ayer decían que era una aberración que un gobierno interviniese en el mercado y hoy no hacen más que amenazar diciendo que si no se les da más dinero, todos nuestro sistema se desmorona. Lo que no se dan cuenta es que lo está haciendo ya, y por mí como si los bancos fuesen iglesias en la Francia de 1790, tendrían que aparecer cada mañana con algo más que pintadas.

Mientras tanto un policía se queja de que le insulten por llevar uniforme. Lo siento, no se te insulta por llevar uniforme, sino por la profesión que has elegido como defensor de las leyes impuestas por un estado que clama ser el defensor del pueblo pero que hace mas esfuerzo por apoyar a Repsol en el asunto de YPF y por apoyar a los bancos que por defender los interese de las personas. Estamos seguros de que tú no lo pensaste así cuando te presentaste a las oposiciones, sino como una oportunidad de empleo fijo con sueldo seguro y defendiendo grandes ideales.

Esos grandes ideales hoy se han esfumado, se han perdido en el nubarrón de la crisis, y nos hemos dado cuenta de que siempre fueros eso, palabras que se lleva el viento cuando no hay dinero, y como el Estado nunca tuvo dinero, sino que se lo pidió prestado a los bancos, pues esos ideales nunca fueron verdad.